jueves, 29 de julio de 2010

La casa que por doce años fue escenario de fechorías, comenzó a ser demolida para construir allí una sede social

La Cima quiere espantar el terror
Redacción Antioquia / Periódico El Mundo
En vez de un parque infantil, la comunidad propone que allí se construya una guardería o un restaurante para personas de la tercera edad, que sirva como sede social. Los jóvenes del barrio también quieren aportar trabajo social con los niños, para que no repitan la violencia que ellos han tenido que afrontar.
“Yo también quiellio”, dijo el niño Miguel Ángel cuando vio al alcalde Alonso Salazar pegar el primer almadanazo a los adobes de la casa del terror en el barrio San José La Cima, llamada así por las atrocidades que durante doce años cometieron allí los grupos delincuenciales que azotaban el sector.
“Usted también quielle, tenga pues”, le respondieron. Y uno de los encargados de los trabajos le entregó una almadana de menor peso.
Lleno de entusiasmo y apretando con sus pequeñas manos la almadana de tres libras, Miguel Ángel se sumó a la tarea de derribar ese símbolo de violencia que hoy quieren espantar en esta zona de la Comuna Nororiental de Medellín.
La casa, ubicada en la calle 93B # 31 BC – 20, en realidad eran cuatro casas. Pero aquellos que en 1998 se adueñaron de la propiedad desplazando a sus reales dueños, rompieron muros, crearon conexiones laberínticas, acondicionaron ventanas para vigilar todo el sector y abrieron estratégicas vías de ingreso y escape hacia la vía principal que conduce a Santo Domingo o hacia la parte alta del barrio. Cuentan los vecinos en voz baja y sin abundar en detalles, que el sitio se convirtió en un antro de drogadicción, sexo, violaciones sexuales, torturas y sede para planear secuestros, extorsiones y otros delitos. Incluso, recordó ayer uno de los jóvenes del sector, hace ocho años llevaron allí a un muchacho y le arrancaron la cabeza.
En febrero pasado, cuando las autoridades llegaron al lugar, el alcalde Alonso Salazar afirmó que esta casa del terror era una de las guaridas de alias “el francés”, sobrino del cabecilla de “la oficina” José Leonardo Muñoz, alias “Douglas”. “El francés” fue asesinado y “Douglas” está en la cárcel.
“La justicia divina tarda pero llega”, dijo ayer doña Dolly Sánchez, dueña de una de las cuatro casas convertidas en guarida de malhechores.
Junto a una de sus sobrinas, doña Dolly corrió el velo de sus recuerdos y se remontó a 1998 cuando los delincuentes se fueron apoderando de las casas hasta obligarlas a salir hacia otros barrios, a pagar arriendo. El 21 de marzo de ese mismo año mataron a su hermano y único hombre de la familia. Y mientras tanto, ninguna autoridad les reconoció su condición de desplazadas.
Así pasaron 12 años, sin recibir ninguna ayuda y sin que nadie les reconociera los perjuicios. Y aunque la justicia tardó pero llegó, no están satisfechas con lo que les va a pagar la Alcaldía.
La Alcaldía, por su parte, espera hacer de este lugar un espacio para la recuperación del tejido social y reconstrucción de una memoria sobre nuevos principios y valores. “Es algo que signifique vida y esperanza: con este acto de demolición queremos tumbar el odio del corazón, acabar con él y promover el amor en la casa, en la escuela, en el barrio”, dijo Alonso Salazar.
Por su parte, Blanca Cecilia Barrera, presidente de la Junta de Acción Comunal, dijo que lo importante es que esto no se quede en el almadanazo a un muro. “La comunidad solicita que más bien se construya algo de beneficio común, ya sea un restaurante para adultos mayores o una guardería, de tal forma que esto quede resguardado y los violentos no se vuelvan a tomar la casa, porque si la dejamos expedita al aire libre, regresan a vender droga, a manipular armas y eso es lo que queremos evitar. Queremos pasar de la angustia y la tristeza a la alegría y la esperanza”.

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