miércoles, 16 de febrero de 2011

Twitter, entre lo público y lo privado

Por: arico
Elespectador.com
Tecnología
Fallo judicial en Inglaterra, que favoreció a dos periódicos que publicaron tweets de un usuario, abre la polémica.
En poco más de un mes Twitter cumplirá cinco años desde su creación (marzo 21 de 2006). Para ese entonces, el sistema de microblogging tendrá más de 190 millones de usuarios en todo el mundo que envían cerca de 65 millones de tweets diarios, casi tres millones por hora. Ese día, probablemente, alguien pondrá un tweet criticando a su empleador, burlándose del árbitro de un partido o maldiciendo el tráfico de las 6:00 p.m. de su ciudad. Al día siguiente puede que lleguen las demandas por esos tweets.
Con un ecosistema que tiene suficientes usuarios como para poblar Brasil, Twitter se ha convertido en un serio competidor en el denso universo digital. En un principio, hogar de los pensamientos de la farándula mundial, la herramienta fue descalificada como un medio de conducción del aire: desde la nada hacia ningún lugar. Después de los recientes acontecimientos en Egipto y Túnez pocos se atreven a referirse a ella de esta manera, al menos no únicamente así.
Como ha pasado con otras plataformas, además de ser la estrella política del momento, Twitter es también el nuevo centro de la pelea entre privacidad e internet, entre el individuo y la corporación (aunque el rival también puede ser un medio de comunicación o la liga de fútbol inglesa, para nombrar un par de ejemplos).
La semana pasada, la organización británica que ejerce la defensa de los lectores (PCC, por sus siglas en inglés) falló a favor de dos reconocidos diarios de este país que habían sido demandados por una trabajadora del Departamento de Tránsito inglés que publicó su descontento por algunas políticas de la institución. Los periódicos utilizaron los tweets como parte del material para escribir textos acerca del Departamento y ahí llegó la demanda de la empleada.
¿Lo que se escribe en Twitter es público? Sí, dice Katitza Rodríguez, experta en asuntos de privacidad en línea y miembro de Electronic Frontier Foundation, una fundación norteamericana que se dedica a analizar y defender los derechos civiles en el entorno digital. “Twitter empezó como un medio de comunicación entre la ciudadanía. Todo lo que se ponga ahí (que no sea un mensaje directo) es público, tanto así que la biblioteca del Congreso de Estados Unidos indexa y archiva los mensajes que son transmitidos a través de esta plataforma”.
“El problema es que las personas deben entender que lo que ponen ahí será tratado como un documento público. Yo siento que la empresa ha hecho un buen trabajo en informar a sus usuarios, pero aún falta por hacer más en este tema”, afirma Danilo Doneda, quien trabaja temas de privacidad en la Fundación Getulio Vargas de Río de Janerio, Brasil.
¿Qué pasa cuando un usuario sube a la plataforma algo en contra de su jefe o la compañía para la que trabaja? “Una persona no puede ser sujeta a amenazas o represalias por este tipo de comportamientos. Eso va en contra de la libertad de expresión. Un caso diferente sería si fuera información confidencial de una empresa”, opina Rodríguez.
La Asociación de Fútbol inglesa (sus siglas en inglés son FA) parece pensar algo diferente, pues ya sancionó a Ryan Babel, exjugador del Liverpool, por cuestionar a través de la plataforma a un árbitro. La Asociación explicó en un comunicado que, debido a la naturaleza pública de los tweets, estos debían estar de acuerdo con las normas de la institución. Lo curioso es que la sanción de la FA contra Babel no es por mal uso de la plataforma, sino por la violación de un código interno que, se supone, están obligados a cumplir todos los jugadores.
Más allá de la naturaleza pública o privada de Twitter, la herramienta también ha sido cuestionada por la veracidad de la información que circula a través de ella. El reclamo, tan antiguo como la existencia de la internet misma, cobró cierta validez el año pasado cuando, al caer la tarde, Latinoamérica comenzó a llorar la triste muerte del cantante argentino Gustavo Cerati, en estado de coma desde hacía varios meses. La fuente era un diario centroamericano (o al menos esa era la que citaban los tweets). Incluso un empresario musical colombiano salió al aire en una emisora para confirmar la partida del líder de la banda Soda Stereo. Un diario nacional también publicó en su versión web una nota de pésame.
El rumor alcanzó a durar una hora, tal vez, antes de ser desmentido no sólo por medios de comunicación masiva, sino por los mismos usuarios que, a punta de llamadas y visitas a sitios web argentinos confirmaban que Cerati seguía vivo, aunque aún en coma.
En el proceso tradicional de la información, el reportero salía a la calle a buscar una historia para después publicarla. En el esquema 2.0 de la vida actual, la noticia (el hecho novedoso, incluso secreto) llega a su computador. Esto no lo hace menos cierto, pero tampoco más verdadero, confiable. Más no es calidad y aquello de la sabiduría colectiva también posee límites, las clásicas fronteras de la credibilidad y la verificación de los datos.
Un estudio hecho público el lunes por el diario norteamericano The New York Times, realizado por el grupo de investigación de computación social de la compañía Hewlett-Packard, concluyó que la mayoría de los temas más populares (trending topics) que se imponen en Twitter son creados, en su gran mayoría, a partir de la información publicada por medios de comunicación masiva.
En otras palabras, en cierta buena medida, aquel conocimiento colectivo en Twitter es más de lo que ya sucedía antes siquiera de la invención de la internet. Sin embargo, el estudio advierte que un número grande (aunque no especificado) de estos temas surgen de lugares no convencionales. ¿La tendencia actual se mantendrá en el futuro o este será apenas un capítulo más del pronosticado fin del modelo tradicional de la información?

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