martes, 18 de mayo de 2010

Juan Manuel Santos vs. la ética

Puedo dar fe de que Juan Manuel Santos es un personaje de pobres escrúpulos y de oscuras intenciones, quien poco aprecia cosas como la ética. Por eso me sorprendió la semana pasada cuando propuso hacer un debate ético con los periodistas que asistieron a la liberación de los uniformados devueltos por las FARC. ¡Qué descaro!.

JMS no tiene autoridad moral para hablar de ética. Yo mismo lo demostré en el artículo que transcribo a continuación, y que publiqué en el periódico Portafolio en marzo de 2006.

Sé que es un cuento viejo, pero si él es reiterativo con sus engaños, uno también tiene derecho a ser insistente con sus verdades.

Santos óleos
Por: Vladimir Flórez

Hace dieciséis años, en plena campaña presidencial, fui a la dirección de El Tiempo a dejar un dibujo para la página editorial. Al salir, el asistente de la dirección me dijo que Juan Manuel Santos, director encargado –don Hernando estaba de viaje– necesitaba un caricaturista; y, como yo era el único a la vista, me dirigí a su oficina, sin tener idea de qué se trataba. Allí encontré sentado a Juan Manuel Santos, acompañado por el ex ministro Carlos Lemos Simmonds, quien era asesor editorial del periódico y estaba en una silla al otro lado del escritorio.

Después de un breve saludo, Santos me sacó de dudas y sin rodeos me dijo: “Mire esta idea para una caricatura: Hay dos personas frente a un televisor. Una de ellas dice: Ese Navarro como habla de enredado, ¿no? Y luego la otra responde: Sí, pero comparado con Barco es todo un Demóstenes”.

Al terminar su relato, yo me reí, y le dije que la idea me parecía muy buena, pero a renglón seguido aclaré que yo no la dibujaría. En ese instante, no sé cómo, entendí que si aceptaba el ‘encargo’ abriría una puerta imposible de cerrar más adelante. “¿Por qué? ¿No dice que le gustó tanto la idea?”, preguntó con no poca cara de sorpresa. “Pues, sí” —le dije, y continué— “pero es que no es una idea mía, y a mí no me gusta pintar sino lo que a mí se me ocurre”. La atmósfera se puso un poco densa y los escasos minutos que estaba pasando yo ahí se me hacían eternos. Lemos no decía nada; a Juan Manuel Santos le temblaba la quijada y a mí las piernas. “Me van a echar”, pensé.

El director encargado prosiguió. “Ah, ¿lo dice por su ética?”, me preguntó poniéndole un tono entre peyorativo y burlón a la última palabra. “Sí, lo digo por mi ética”, e hice también énfasis en la misma palabra. A esas alturas de la conversación, la cara de Santos no hizo milagros, sino que adquirió un tono rosado, y medio tartamudeando soltó esta frase: “Ah, ¿usted es de esos?”, a lo que yo —que ya debía estar igual de colorado y sentía que me temblaba hasta mi pluma Lamy— repliqué: “Sí, yo soy de aquellos”. Sin más que decir, me despedí de ambos y salí de la oficina del subdirector, hecho un manojo de nervios por el impasse, pero muy tranquilo por la decisión que había tomado. El incidente no pasó de ahí y un par de días después el dibujo salió publicado; lo había hecho otro colega.

Como caricaturista sé que los directores son muy dados a sugerir chistes, generalmente malos, y siempre he entendido que si uno se deja dictar una caricatura, por muy buena que sea, se echa la soga al cuello.

Lo malo en este caso no fue la sugerencia, sino la reacción de Santos. Yo no lo conocía mucho a él –escasamente nos saludábamos de vez en cuando en la redacción–, pero aquel día sus últimas frases me lo retrataron de cuerpo entero. Por eso nunca le he creído ni me convencen sus tesis de ‘buen gobierno’; y por eso mismo no me causó ninguna extrañeza el episodio con Rafael Pardo. Así es él: el flamante presidente del Partido de la U.

+ Texto extraido de Havladdorías

1 comentario:

  1. Me identifico con las letras dadas a conocer en esta entrada y la imagen lo dice todo. Imposible creerle a este personaje de ojos luciferezcos.

    Un abrazo!

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